1. Perdonar: perdonar al pasado, a los demás y a ti mismo. Cuando recordar no es vivir, sino sufrir, debes poner fin a los resentimientos y perdonar a todos los que creas que te hayan hecho daño y asumir que todo lo pasado te hizo fuerte, formó tu carácter y te ayudó a superarte. Perdónate a ti mismo por sentirte de alguna forma culpable. Convierte esas malas experiencias en conocimientos que te enriquezcan y te ayuden a ser una mejor persona en un proceso llamado resiliencia. Suelta y deja ir esos malos recuerdos que te agobian como un inmenso peso sobre los hombros. ¡Libérate y decide vivir el presente!
2. Amar: tanto a los demás como a ti mismo. Qué maravilloso es amar a la compañera o compañero de vida, a la familia, a los amigos, a la naturaleza y a los animales; excelente, pero ¿qué tanto te amas a ti mismo? ¿Cuánto tiempo dedicas para ti? Tomar unos momentos para estar contigo mismo, meditar, orar, relajarte, oír la música que te gusta, ver la película que siempre has deseado, hacer esa llamada que siempre queda pendiente o escribir la nota que queda en el tintero. ¡Ámate así sea un poco, para no terminar odiando a quienes tanto amas!
3. Vivir: a tu manera, sin imposiciones ni condicionamientos y haciendo lo que de verdad te apasiona. Sentir que estás haciendo realidad tus sueños; que estás caminando tu propio sendero, no el que otra persona te trazó. Decídete a hacer eso por lo que sientes pasión, un pasatiempo, un servicio social o ecológico, hacer ejercicio, bailar, aprender un arte o a tocar un instrumento, hacer música, cantar o pintar. ¿Cuánto potencial y talento habrá en ti que no has desarrollado? Maravíllate con el mar, el cielo, con los colores de las mariposas y el trino de los pájaros. Cultiva los sentimientos positivos como la amistad, la confianza, la solidaridad, la gratitud, la admiración, el respeto, la misericordia, la caridad, la esperanza y la fe.